Los corruptos por lo general son personas con muchos conflictos de personalidad y carencias afectivas terribles, las cuales intentan paliar adquiriendo más y más poder. A través de este, buscan comprar o acceder a aquellos espacios que por propios méritos no han logrado alcanzar. Un caso bastante particular es el de Iván Noguera, miembro del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) que además de estar involucrado en delitos de tráfico de influencias, se dedicaba al rock y al fulbito. Ambas cosas las hacía terriblemente mal, pero fue presentado en el programa de "Chibolín" como el “Dr. Rock, reemplazante de Pedro Suárez Vértiz”, y gracias al "Puma" Carranza jugó como titular en la final de un campeonato de futsal, que según recuerda el "Cuto" Guadalupe, fue porque era el "sponsor" del equipo. En los dos casos la gente se burlaba de él.  

Todas estas manifestaciones de patetismo a veces provienen de una patología de poder que te impide ver la realidad. Por eso, a más información sobre Noguera, más pena y menos rencor es probable que nos dé. Por eso, tal vez la cárcel sea lo mejor que pueda pasarle; tal vez encerrado logre salir de esa prisión interior a la que estuvo condenado por sí mismo y por su entorno convenido y zalamero (aquel que padecen muchos politiqueros). Lo mismo para César Hinostroza y los demás personajes locales, regionales y nacionales comprometidos en temas ilícitos. Si los afectos del ser humano son el meollo de la corrupción, ¿qué están haciendo las autoridades e instituciones competentes para cambiar esta realidad privada que se manifiesta públicamente con tantas consecuencias nefastas para el país?

(Artículo publicado en el diario La Industria de Áncash el sábado 14 de julio de 2018)

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