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Una patología

César Sánchez Lucero

Publicado: 2018-01-14

¿Por qué el militante o simpatizante fujimorista parece sufrir de una patología (o de algún tipo de perversión humana)? Porque a pesar de toda la evidencia pública (libros, documentos y hasta películas) insiste en contar una historia que nunca sucedió ("fujimori nos libró del terrorismo, mejoró la economía, modernizó el país") solo para justificar lo que en realidad piensa: "Yo también mataría; yo también violaría; yo también esterilizaría; yo también robaría, etcétera, por poder (económico, político o social)".

Por ejemplo, si la “captura del siglo” la hubiesen realizado fujimori y su alter ego montesinos, hoy el líder terrorista abimael guzmán no estaría preso, sino habría sido acribillado en su domicilio. ¿Por qué los militantes y simpatizantes fujimontesinistas creen que matar terroristas rendidos es algo legal y hasta “bueno”? Lo que pasa es que convive con ellos una necesidad de muerte que configura el mayor porcentaje de algún tipo de patología que padecen. Estos son los mismos que piden a gritos la pena de muerte para quienes roban un celular y ser “humanitarios” con el criminal, corrupto y dictador fujimori.

Es por eso que luchar contra el fujimorismo no es luchar a nivel político contra la familia fujimori o el resto de esa –según la fiscalía– organización criminal a la que llaman “partido”; es luchar a nivel sociocultural (cognitivo-afectivo) contra quienes piensan como asesinos, violadores o corruptos al justificar al fujimorismo. ¿Con qué indicador podríamos medir un país más sano (mentalmente hablando)? Cuando hayan menos fujimoristas; algún día ninguno.

Amén.

(Artículo publicado en la columna República Kafkiana del Diario Correo de Chimbote el sábado 13 de enero de 2018)

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción