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Fotografía: gran teatro nacional

+ Cultura - Corrupción

César Sánchez Lucero

Publicado: 2017-07-09

Si se desbarata la corrupción de un día para otro el Perú se detendría económica, social y políticamente. Las bases estructurales de nuestro país están hechas de coimas, negociados, amiguismos, ansia de poder, etcétera. Piensen en la necesidad de un bien o servicio público e ipso facto recordarán que hay alguien a quien "aceitar"; de no hacerlo, el trámite se convertiría en un vía crucis que ni los más valientes querrían asumir y cuyas víctimas inexorablemente terminarían siendo los grupos más vulnerables de la sociedad, quienes a su vez, cuando tengan la oportunidad, obrarán igual que como obraron con ellos. 

Así, este círculo vicioso de usos y costumbres va configurando nuestra cultura. ¿Qué hacer? Precisamente adoptar la cultura como uno de los factores más importantes para combatir la corrupción en toda la estructura nacional. Es necesario entender la cultura como un proceso que, al desarrollarse la sensibilidad, la reflexión y la creatividad, permite mejorar la convivencia, el entendimiento y la solidaridad. Por eso el Ministerio de Cultura debe tener como fin, simple y llanamente: cambiar nuestra realidad.

La corrupción asesina y genera un metaEstado donde no existe lazo social y lo único que media entre sus interlocutores son intereses malsanos. Además de las políticas punitivas del Legislativo; de las antiburocráticas del Ejecutivo; y de la aplicación normativa del Judicial, el gobierno debe asumir la cultura como la principal herramienta para menguar las causas y consecuencias de la corrupción; eso nos hará comprobar si realmente se quiere luchar contra ella o no.

(Artículo publicado en la columna República Kafkiana del Diario Correo de Chimbote el martes 4 de julio del 2017)

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción