El feminicidio también es peruano
César Sánchez Lucero
Una madre y su hijo apuñalados hasta la muerte; otra mujer asesinada con un ladrillo; otra estrangulada; otra atacada con un taladro; otra desfigurada; otra violada; otra y otra y otra… y así hasta la náusea y el llanto de impotencia. Solo entre enero y marzo de este año en el Perú se registraron 29 feminicidios y 58 tentativas, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. En ocho años se han asesinado a 946 mujeres, informa el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público. Eso significa que en este país se mata a una mujer cada tres días, sin contar a las que son maltratadas física y psicológicamente, y menos a las que son acosadas en la calle, buses o en el trabajo. Esta cifra evidentemente se multiplicaría si todos los casos se denunciaran, pero la gran mayoría de mujeres padece en silencio y convive –hasta la muerte– con sus victimarios.
Por eso y mucho más resulta indignante y vergonzoso que el país entero se “encebolle” (Vallejo) discutiendo si el pisco es peruano, un tema patético e irrelevante frente a este “infierno florido” (Cortázar) llamado Perú en el que “vivir es invivible” (Lispector) para las mujeres de a pie. Si utilizáramos el tiempo gastado por los medios de comunicación físicos y virtuales, los políticos, las empresas y la sociedad civil en general para luchar contra lo dicho y hecho por el patriarcado y el falocentrismo heteronormativo, la realidad sería diferente. Claro, eso implicaría cambiar a quienes están al frente de los medios de comunicación físicos y virtuales, los políticos, las empresas y la sociedad civil en general.
(Artículo publicado en la columna República Kafkiana del Diario Correo de Chimbote el domingo 28 de mayo del 2017)