El gobernador que sueño
César Sánchez Lucero
El gobernador que sueño concibe la política como un proceso cultural, de ahí que uno de los objetivos de su gestión debería ser el asegurar el pleno acceso y goce de los derechos culturales de todos los ciudadanos, respetando sus particulares cosmovisiones, contextos socioeconómicos, lenguas y tradiciones, para así superar la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la violencia. Por lo tanto, el gobernador que sueño debe estar convencido de la urgencia de políticas públicas en cultura que comprometan presupuestos millonarios, marcos normativos eficaces, especialistas de talla mundial, procesos institucionales eficientes, estructuras organizacionales sostenibles, etcétera.
Por eso el gobernador que sueño entiende la cultura desde cuatro perspectivas: 1) del derecho: que garantice el pleno acceso y ejercicio de los derechos culturales mediante legislación y presupuestos; 2) económica: que promueva las industrias creativas (economía naranja) a través de la diversificación productiva; 3) política: que comunique y constituya nuevos "significados, valores y subjetividades" sobre conceptos como corrupción, democracia, discriminación, violencia, inseguridad, entre otros; y 4) social: que mediante la construcción de ciudadanía posibilite la convivencia, los códigos de respeto mutuo, las normas de tránsito y el cuidado del medioambiente.
¿Escuchar a los politiqueros tradicionales y analizar los paupérrimos índices de bienestar y desarrollo no es suficiente para arriesgarnos, tomar medidas extra-ordinarias y “soñar”? Si el gobernador que sueño no existe habrá que inventarlo.
(Artículo publicado en la columna República Kafkiana del Diario Correo de Chimbote el domingo 8 de mayo del 2017)