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Diario gestiión

Desastre natural no, humano

César Sánchez Lucero

Publicado: 2017-03-29

La cifra de muertos en Áncash, según el Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER), asciende a la terrible cifra de 28 personas, siendo los damnificados 17 685 y afectados 28 352 (dice el diario Gestión). Según el portal Ojo Público, 677 km de carreteras se han destruido, 316 han sido afectadas y hay 13 puentes caídos y 15 dañados. Todo esto se hubiese podido evitar si los 27.3 millones de soles asignados a prevención hubieran sido eficientemente invertidos, pero en lugar de eso se gastaron solo 0.2 millones.   

Pero seamos sinceros, ¿con los incapaces de Álvarez y Arroyo, que a su vez pusieron a otros incapaces en los puestos claves, hubiéramos podido prevenir algún fenómeno climático? ¿Con el lunático de Waldo, que se rodeó de otros lunáticos? ¿Y ahora con este gobernador regional sin oficio ni beneficio, declarado hace poco reo contumaz? Y ni hablar de la mayoría de consejeros y regidores que pasaron de gestión en gestión con un silencio cómplice; ineptos y corruptos muchos de ellos también. Solo basta revisar sus torpes normas y ordenanzas, su fiscalización ridícula o los inservibles planes de desarrollo concertado, los planes anuales o los presupuestos participativos.

Sigamos ayudando, sí, pero paralelamente a esto, los colegios profesionales, las universidades y la sociedad civil organizada -entre otros- tenemos el derecho y el deber de analizar todos los documentos de gestión pertinentes y denunciar públicamente a quienes tuvieron responsabilidad técnica y política en este desastre no natural, sino humano. Este crimen contra Áncash no puede quedar impune.

(Artículo publicado en la columna República Kafkiana del Diario Correo de Chimbote el domingo 26 de marzo del 2017)

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción