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La masacre de cada día

César Sánchez Lucero

Publicado: 2017-02-27

En el Perú, más de 5 millones de ciudadanos sufren de algún trastorno mental (según cifras del Minsa) y el 80% no es tratado adecuadamente (indica el INEI). Estas son solo cifras de las enfermedades diagnosticadas; es imposible imaginar cuántos peruanos padecen patologías que pasan desapercibidas, como la del asesino de Independencia, cuya masacre ha inaugurado un historial caracterizado por la indefensión de las víctimas. La diferencia entre la masacre de Independencia y las ocurridas en otros países es el tratamiento de la prensa que mediatiza este hecho sintomático de una sociedad enferma y lo convierte en la sinopsis de una película gore. Son sus imágenes, sus titulares, sus guiones, sus voces en off y por supuesto, la precariedad con la que el tema es abordado.

Sin embargo, existen otras masacres, como la que todos los días padecen las peruanas (más de un centenar de mujeres fueron asesinadas en el 2016 y casi doscientas se salvaron de suerte); nuestras niñas y niños (el 40% de alrededor de 1500 casos de violación fueron perpetrados contra menores de edad el año pasado); o los ciudadanos (cada día se asesinan a 7 personas en el país por cada 100 mil habitantes); etcétera. La corrupción, la agresividad mediática, el acceso a las armas, la informalidad, las condiciones socioculturales, la discriminación, la pobreza, el machismo, la violencia política, el desdén por la salud mental, entre otros muchos factores, posibilitan el caldo de cultivo para todo tipo de masacres, cuya primera responsabilidad es del Estado, además de deber y derecho de las familias de prevenir este círculo vicioso.

(Artículo publicado en el Diario Correo de Chimbote el domingo 26 de febrero de 2017)

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción