Mientras en el país mensualmente se matan a más de 10 mujeres y se producen otros 22 intentos; mientras cuatro regiones del Perú son devastadas por incendios forestales; mientras todos los años el Sur muere (literalmente) de frío; mientras diversos sectores como Salud y el Poder Judicial entran en huelga indefinida; mientras Áncash tiene a dos exgobernadores presos y es una de las regiones en “extremo bajo” en el Índice de Competitividad (Centrum Católica, 2016); mientras criminales mal llamados “empresarios chimbotanos” continúan contaminando nuestro mar con la venia de las “autoridades”; y mil etcéteras más, la prensa nacional y local sigue obsesionada con la telenovela “Nadine”. 

Actualmente no es posible distinguir entre periodismo político y periodismo de espectáculos. No sabes si los opinólogos hablan de un “político” o de un “combatiente”. En ambos casos, buscan el dime y el direte, el altercado, la bronca; son los “lleva y trae” de las comunicaciones. En los pasillos de las instituciones realizan las más trascendentes preguntas: “¿Qué piensa sobre lo que dijo X de usted?”. “¿Qué le diría a Y después de afirmar tal o cual cosa sobre Z?”. Lo peor es que llenan sus sets de televisión y radio o sus columnas diarias con lo peor de la politiquería nacional. No más de 10 rostros, de los mismos partidos que han destruido el país, opinan para el olvido, llenos de ignorancia, odio o estupidez, sobre lo que no saben o entienden.

Mientras el país sufre la metástasis de la violencia y la corrupción, que los “periodistas” busquen titulares en lugar de la verdad, los hace cómplices.

(Publicado originalmente en la columna República Kafkiana del Diario Correo de Chimbote. Domingo 20 de noviembre del 2016) 

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