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Julio Guzmán: "Invertir en las personas"

Si bien la propuesta del candidato de "Todos por el Perú" es interesante y poderosa, es necesario darle una dimensión cultural para que sea viable

Publicado: 2015-12-28

Julio Guzmán, candidato a las elecciones presidenciales 2016 de “Todos por el Perú”, ha logrado entusiasmar a un sinnúmero de peruanos que ya habían perdido las esperanzas en la política nacional (por culpa de los “dinosaurios”, que es como él llama a los politiqueros tradicionales). La propuesta que estructura su línea de acción es: “Invertir en las personas”. Explica en sus intervenciones –calificadas de brillantes por muchos– que hace treinta años los gobiernos se han obsesionado con la “gran inversión” (minera, por ejemplo), lo que nos ha convertido en un país dependiente del extranjero. Su enfoque es destinar recursos al desarrollo del talento de los peruanos, pues un país que basa su economía en la explotación/exportación de recursos primarios no-renovables, es inviable a largo plazo. 

¿Qué significa en términos programáticos “invertir en las personas”? Significa que el fin de las políticas públicas es el desarrollo integral de los ciudadanos: “hacer más fácil su vida”, dice Julio Guzmán. Sin embargo, esta perspectiva política va mucho más allá. El novel candidato dice también que la economía, la salud, la educación, etcétera, son solo medios para alcanzar el bienestar. Es por eso que para que el progreso sea sustentable, es imprescindible que las personas modifiquen sus modos de con/vivir: “no –invertir– solo en su capacidad –económica–, sino en su capacidad como ser humano”.

De esta manera Julio Guzmán incluye la “cultura” en su discurso y la convierte en un eje de su plan de gobierno para lograr llevar a cabo su visión política de país y poner en práctica sus propuestas, pues estas no solo tratan de cambiar la burocracia, la normatividad o los presupuestos, sino tratan de cambiar a las personas (que es la única forma de cambiar el sistema), y un político que no entiende la política como un proceso cultural, es un politiquero.

Para hacer posible sus planteamientos, el enfoque cultural de Julio Guzmán debe tener cuatro perspectivas: a) del derecho: que garantice el pleno acceso y ejercicio de los derechos culturales mediante legislación y presupuestos; b) económica: que promueva las industrias creativas (economía naranja) a través de la diversificación productiva; c) política: que comunique y constituya nuevos "significados, valores y subjetividades" sobre conceptos como corrupción, democracia, discriminación, violencia, entre otros; y d) social: que mediante la construcción de ciudadanía posibilite la convivencia social, los códigos de respeto mutuo, las normas de tránsito, el cuidado del medio ambiente, etcétera.

Por lo tanto, en un eventual gobierno de Julio Guzmán, el Ministerio de Cultura debería ser una de las carteras más importantes –sino la más importante–, pues no hay otra que tenga como centro de su ejercicio al ciudadano en su dimensión humana. Para tal fin, este ministerio debe entrar en un periodo de reforma y redefinir sus objetivos, estructura, legislación, presupuestos y programas, y tener presencia real en todo el territorio nacional a través de las direcciones desconcentradas, para que lleguen las políticas culturales de Estado, orientadas a modificar las conductas de los peruanos. Además, los gobiernos regionales y locales deben materializar, mediante ordenanzas, estas políticas nacionales.

En ese sentido, los “Domos Juveniles” (propuesta de Julio Guzmán), no son solo un espacio de ocio, ocupación o entretenimiento, pues como sabemos, la cultura es mucho más que talleres de arte. Los "Domos Juveniles", al igual que en Medellín, son parte de una estrategia integral para combatir la violencia y la ilegalidad, como los “Proyectos Urbanos Integrales”, los cuales tenían a la cultura como eje central de sus procesos participativos y de fortalecimiento de organizaciones comunitarias, a través de los sus “Parques bibliotecas”. Estos edificios hermosos y vivos, construidos en comunas antes intransitables por el nivel de peligrosidad, eran parte de una serie de obras de infraestructura (como colegios y viviendas) y de servicios (como seguridad y movilidad).

Después de haber leído esta y otras propuestas de Julio Guzmán y de haber escuchado casi todas sus entrevistas, incluso de cuando era Viceministro de Pymes e Industria, Secretario General de la Presidencia del Concejo de Ministros y Consultor de Deloitte, he podido vislumbrar el equilibrio de su discurso entre lo técnico y lo político, lo cual lo hace "diferente" (en el contexto electoral actual). No obstante, es trascendental viabilizar sus propuestas para que todas estas, sean reformas, bienes o servicios públicos, tengan una dimensión cultural, pues deben servir para cambiar la forma de pensar/actuar de los ciudadanos, que es la forma más sostenible de cambiar el país. Invertir en las personas es invertir en cultura (y viceversa).

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

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