La Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) invitó a participar a los cinco candidatos que aparecen primero en las encuestas. A los organizadores no les importó si estos son cuestionados por casos de corrupción; si su mediocridad ha sido demostrada en anteriores gobiernos o en sus propias empresas; menos si a través de los años han demotrado una “dudosa moral” o “falta de ética”. Esto prueba que a la CADE lo único que le interesa es saber si el próximo presidente del Perú asumirá su perversa agenda empresarial.

De las intervenciones de Keiko, PPK, Acuña, Alan y Toledo no salieron propuestas serias, dignas de debatir, sino promesas refritas, inútiles, imposibles o en el peor de los casos dañinas de cumplirse; y sobre todo ridículas, pues solo han servido para hacer memes, lo que ha confirmado, una vez más, la deCADEncia política que vive el Perú. El “análisis” no debería centrarse en qué debe hacer para ganar tal o cual candidato, sino en las consecuencias de que uno de ellos gane, pues conociendo sus prontuariados, debemos estar preparados para lo que le espera al país que no solo es deprimente, sino también peligroso.

Y no solo necesitamos nuevos partidos y nuevos políticos, necesitamos también un empresariado menos bruto y achorado, pero sobre todo necesitamos nuevos medios y nuevos periodistas. ¿De qué sirve tener políticos-no-tradicionales cuando son entrevistados por periodistas-tradicionales que parecen muppets cuya mano que los hace hablar es la de los “intereses”? ¿Cómo es posible que los medios le hayan dado más cobertura a la CADE, donde se presentaron los cómicos ambulantes de la política, que al Hay Festival Arequipa, donde se reunieron algunos de los intelectuales más importantes del Perú y del mundo?

No obstante, lo más indignante de la CADE fue que ninguno de estos politiqueros mencionó la palabra “cultura” ni como sufijo. ¿Cómo es posible que un candidato que habla de realidad nacional no explique que de nuestros hábitos y costumbres devienen la corrupción, la violencia, la discriminación, etcétera? Cuando un político no habla de cultura no habla de política. La cultura es un proceso que permite, a través de la creación y el acceso a los bienes y servicios culturales, formar mejores ciudadanos. Una verdadera reforma cultural nos llevará a no tener que elegir entre los mismos politiqueros de siempre.

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