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cANDIDATO A LA MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DEL SANTA (CHIMBOTE)

¿Marketing político?

Los candidatos ancashinos son los que más polémicas han generado con sus campañas; esto tiene un correlato con lo recientemente padecido

Publicado: 2014-08-16

Sin duda Áncash ha puesto la cuota de humor en estas elecciones. Los personajes más “pintorescos” del actual proceso político provienen de nuestra región. Muchos candidatos ancashinos son objeto de burla y escarnio en los medios nacionales e internacionales y por parte de otros peruanos que ven con asombro, gracia y tristeza que la región más sufrida por la corrupción y el sicariato tenga esta clase política con la que pretenda salir adelante. Después de todo, ¿qué se podría esperar de una región destruida cívica y políticamente por una “bestia”?

Durante casi una década, el reo César Álvarez y sus secuaces se dedicaron a pervertir todos los sectores de la sociedad. Dirigentes, empresarios, comunicadores, periodistas, ingenieros, jueces, fiscales, etcétera, corrompidos, hicieron de la política el oficio más vil y repudiado de Áncash. Rebajaron al estado de carneros a los ciudadanos a punta de dádivas, invalidándolos como sujetos de derechos y deberes; utilizaron a policías como sus guachimanes y a serenos como chalecos; y hasta sembraron “topos comandos” en los movimientos regionales y partidos políticos.

Es en este contexto sociopolítico y cultural en el cual es entendible, por ejemplo, que uno de nuestros candidatos diga que “Cacha con el pueblo”; que otro haga propuestas ilegales como regalar 500 soles mensuales; que tengan como símbolos de sus organizaciones un “gato” o “maíz” (¿choclo?); o que para vergüenza ajena, pongan sus gigantografías al revés, según dicen algunos, “estratégicamente”. ¿Tan estúpidos nos creen? Parece que hubiera un propósito ulterior en esto: continuar empobreciendo sistemáticamente la política regional.

Esta pobredumbre gráfica y semántica de la mayoría de la publicidad electoral (que contamina visualmente Áncash), revela las grandes carencias profesionales y técnicas de las que adolecemos en la región. Se suma a esto que hay muchos vendedores de cebo de culebra que estafan a los candidatos haciéndose pasar por especialistas en “marketing político”, y les hacen creer que esto se trata de diseñar -y para colmo horriblemente- afiches con sus rostros photoshopeados.

El término “marketing político”, dice Rafael Reyes, “no debería emplearse para designar la comunicación persuasiva de planteamientos unilaterales de los políticos a los electores. (…) El marketing político, en general, debe entenderse como el conjunto de técnicas empleadas para influir en las actitudes y las conductas ciudadanas a favor de ideas, programas y actuaciones de organismos o personas determinadas que detentan el poder, intentan mantenerlo, consolidarlo o aspiran a conseguirlo”. Para lograrlo se utilizan mensajes, formas, tipografías y colores, los cuales no provienen del azar o del (mal) gusto de los candidatos, sino de la investigación social en la que se reflejan los problemas y necesidades reales de los ciudadanos.

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción