En el 2012 escribí un artículo titulado: Una segunda oportunidad, donde advertía que si no se aprovechaba el segundo “boom económico” que atravesaba Chimbote gracias a la construcción (el primero fue el de la pesca el siglo pasado) y administrábamos los recursos eficientemente invirtiendo en cultura como política socioeconómica para fomentar un verdadero desarrollo, habríamos desperdiciado, históricamente, una nueva oportunidad. Este texto estuvo basado en una publicación de la Revista Poder que auguraba el despegue de la ciudad. No obstante, la historia nos ha demostrado, nuevamente, que la administración irresponsable y delictiva de los ingentes recursos públicos y la nula inversión en cultura solo traen pobreza física y espiritual a los pueblos.

Si el boom de la pesca nos dejó una bahía destruida, el boom de la construcción nos ha dejado una ciudad en ruinas. No es casualidad que el dren de la avenida Aviación haya colapsado. Poco a poco irán colapsando todas las obras civiles sobrevaloradas por funcionarios corruptos y mal hechas por empresarios/testaferros miserables; ambos delincuentes. Sin hablar de las que están inconclusas, las que se presupuestaron y nunca se realizaron o las construidas y que son un homenaje al mal gusto y la inutilidad. En casi una década de reinado de los “comandos”, se han hecho obras por tres mil 500 millones de soles y hay mil millones comprometidos en actos de corrupción, según el contralor general de la República, Farid Khoury.

La terrible realidad que actualmente vivimos no ha sido culpa solo de los señalados en el párrafo anterior, sino también de las instituciones públicas y privadas y sobre todo de chimbotanos que con o sin interés alguno se hicieron de la vista gorda mientras la organización criminal, que según la Procuraduría lideraban Álvarez y Arroyo, saqueaba Áncash. Tampoco es coincidencia que los involucrados y actualmente presos preventivamente sean todos dirigentes, militantes y simpatizantes de Cuenta Conmigo. Sorprendentemente los “comandos” siguen en los principales cargos de la administración regional.

Pasó más de medio siglo para vivir nuevamente un “boom” y acabamos de perderlo en nuestras narices. La corrupción y el sicariato nos dejan una ciudad subdesarrollada y ensangrentada. Al igual que ayer, la ambición y la ignorancia de unos pocos impidieron el bienestar de muchos. Aún así, algunos “brillantes” chimbotanos dicen que para reactivar la economía los ancashinos debemos seguir pagando por obras inservibles. Solo nos queda que el próximo “boom” sea generado por todos nosotros: autoridades, empresarios, universidades, sociedad civil, etcétera, administrando nuestros recursos naturales y humanos honesta y creativamente a través de la gestión pública de la cultura, pues el verdadero “desarrollo” no son solo pintas ensuciando nuestra ciudad.

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