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Áncash: empezó la guerra sucia

Juan Calderón, candidato y principal opositor de la gestión de César Álvarez, es objetivo del cargamontón de la prensa local y nacional

Publicado: 2014-04-15

Un segundo después de que César Álvarez anunciara que no volvería a postular a la presidencia de Áncash, un sinfín de denuncias aparecieron contra Juan Calderón, candidato regional por el movimiento político Juntos por el Cambio. Calderón participó en las elecciones pasadas como alternativa al Congreso por Cuenta Conmigo y fue cercano colaborador de César Álvarez. Como era de esperarse, su pasado "comando" le pasa factura electoral.

Esto no tendría nada de raro si los medios que hoy lo atacan no fueran los mismos que pusieron sus denuncias en portadas y lo entrevistaron para sacar titulares durante mucho tiempo. Es extraño que temas que han estado al alcance de todos, como el vídeo donde Calderón aparece amenazando e insultando a policías en una comisaría de Nuevo Chimbote hace ocho años, recién se difunda a nivel nacional. Del mismo modo el asunto Sánchez Milla.

Tampoco sería raro si estas denuncias provinieran de su archienemigo político César Álvarez, a quien denunció por el caso "La Centralita" desde el 2011, o de su entorno amarillo, contra quienes se ha pronunciado públicamente hace años. (La semana pasada Juan Calderón denunció formalmente al dirigente comando Víctor López Padilla, supuesta mano armada de Álvarez, por enriquecimiento ilícito y lavado de activos).

Pero no, el líder de Juntos por el Cambio viene siendo objeto de una guerra sucia que comenzó en las redes sociales y que tiene a un fujimorista como principal vocero nacional. El anónimo congresista Juan José Díaz Dios (¿les suena?) que hasta hace dos semanas nadie sabía que existía, hoy es invitado a todos los programas y de quien primero habla (mal) es de Juan Calderón, de quien ha dicho que era el "sicario" de César Álvarez y que le hacía los "trabajos sucios". Esperemos que el fujimorista pueda probar sus alegatos.

Personalmente jamás confiaría en una persona que tuviera como líder a un asesinado, ladrón y dictador, condenado por crímenes de lesa humanidad, como es Alberto Fujimori. Recordemos que César Álvarez perteneció a las juventudes fujimoristas y que el politólogo Steven Levitsky dijo que fue "un buen alumno de Fujimori y Montesinos". Suficientes coincidencias y cercanías entre "La Bestia de Áncash" y el fujimorismo para preguntarse sin inocencia política: "¿Por qué el ensañamiento de Díaz Dios con Calderón?

Políticos, periodistas y opinólogos dicen ahora de Juan Calderón lo que antes dijeron sobre Ezequiel Nolasco: autoatentó contra su vida. Nolasco fue asesinado hace un mes de tres balazos en la cabeza en Huacho, gracias a la indiferencia de todos nosotros que jamás creímos en su lucha y dijimos que todo era un "show político". Él también acompañó a César Álvarez desde sus inicios para llegar al poder. Al igual que Calderón, Nolasco tenía pretensiones electorales. ¿No hemos aprendido a tomar en serio las amenazas de muerte?

Ese es el meollo del asunto: no hemos aprendido nada. Los que antes luchaban contra Álvarez y su politiquería barata, hoy utilizan los mismos métodos canallescos de campaña sucia: información sin confirmar, chismes, entrevistas a los denunciantes y no al denunciado, material reciclado, especulaciones, etcétera. No hemos aprendido que las campañas electorales se hacen de propuestas y no con argumentos ad hominem para "bajarse" al oponente. Es entendible luego de una década de podredumbre mediática.

Juan Calderón debe ser investigado por toda presunción lógica de delito y si es encontrado culpable, debe ser condenado, pero no es justo que ni él ni nadie sea víctima de un cargamontón por el solo hecho de liderar -según dice- las encuestas de intención de voto. Estos "sicarios electorales" deberían invertir sus energías en exigirle a Calderón y a los demás candidatos (que no se pronuncian) planes de gobierno, cuadros políticos y técnicos, etcétera. 

El candidato a la presidencia de Áncash por Juntos por el Cambio, quien ha respondido en varias oportunidades a las denuncias realizadas, debe además rodearse de gente proba para lograr la confianza de los electores y firmar todos los compromisos sociales que se requieran para obtener la credibilidad de la región, de lo contrario la gente seguirá vinculándolo -con razón- al entorno malsano y nauseabundo de César Álvarez y sus comandos.

Si queremos evitar repetir el "subdesArroyo" que vivimos durante casi una década, es necesario que dejemos la politiquería y nos comportemos como verdaderos ciudadanos, reclamando nuestros derechos y ejerciendo nuestros deberes: participar en elecciones con más debates que peleas, más ideas que insultos, más trabajo social que pintas; de lo contrario es probable es que volvamos la "bestialidad" que padecimos estos años, o a una peor.

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción