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Levitsky: "En Áncash la democracia ya no existe"

El analista político explica que en muchos sentidos, "el régimen en Áncash se parece al régimen de Fujimori en los años 90"

Steven Levitsky, profesor titular de las asignaturas de Government y Social Studies en Harvard University y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, brindó una entrevista vía Skype a Patricia Cardoza, editora del diario Correo de Chimbote, en la cual analiza la escalofriante realidad que vive Áncash. A continuación la reproduzco íntegra con la previa autorización de la editora.

Publicado: 2014-03-23

El asesinato del exconsejero regional, Ezequiel Nolasco Campos, ha puesto a nuestra región bajo los ojos de la prensa nacional y de los especialistas internacionales. La corrupción, sicariato e impunidad imperantes en Áncash desde hace mucho tiempo, parecen tener un solo origen. Sobre esta crítica situación, Correo conversó en exclusiva, vía Skype, con el politólogo norteamericano, Steven Levitsky, uno de los conspicuos estudiosos de la realidad política latinoamericana. Su palabra, fundamentada en el envidiable currículo que posee, es clave para reflexionar sobre lo que ocurre en esta parte del país. Levitsky ensaya también algunas alternativas de solución a la crisis y pone como protagonista principal de esas acciones a Fiorela Nolasco, la hija de la exautoridad ultimada a balazos.  

El crimen del exconsejero regional Ezequiel Nolasco ha puesto sobre el tapete la peligrosa situación que se vive en Áncash. Siendo un politólogo que conoce de cerca la realidad latinoamericana, ¿cómo analizas lo que está sucediendo en nuestra región?

Bueno, los politólogos solemos hablar de regímenes autoritarios en el nivel nacional, pero en Áncash está claro que existe un régimen autoritario en el nivel regional. Es un caso de autoritarismo sub-nacional. En el nivel nacional, Perú es una democracia, pero dentro de Áncash, la democracia ya no existe. Es lo que los politólogos llaman el autoritarismo competitivo, donde, dado los abusos del gobierno, no hay competencia política justa. Según varias denuncias creíbles, Áncash tiene casi todas los elementos del autoritarismo contemporáneo: chuponeo; compra de periodistas y canales de televisión; corrupción y control del Poder Judicial; amenazas, ataques y hasta asesinatos de opositores. En muchos sentidos, el régimen en Áncash se parece al régimen de Fujimori en los años 90.

Lo que me llama la atención es que en Lima se habla mucho del autoritarismo en Venezuela, pero se habla muy poco del autoritarismo que existe en Áncash, dentro del Perú. De hecho, el régimen de Áncash es más violento que el régimen chavista en Venezuela. El régimen chavista no ha asesinado a candidatos de la oposición.

¿Cómo se puede explicar que la crisis generalizada que vive Áncash no tenga mayor repercusión en Lima, que hasta ahora el Gobierno Central y las autoridades competentes no hayan adoptado ninguna medida concreta?

Por tres razones fundamentales. Primero, hay un tremendo -y creciente- Lima-centrismo en el país. Con pocas excepciones, lo que ocurre fuera de Lima no tiene mucha importancia para la clase política y medios nacionales. Una triste realidad. Segundo, y relacionado, dado el colapso de los partidos políticos, hay pocos nexos entre la política de Áncash y la política nacional. Las fuerzas políticas nacionales no tienen mucha presencia en Áncash, y Áncash no tiene mucha representación política en el nivel nacional. Políticamente está aislada. Tercero, parece que el gobierno de Álvarez sí tiene conexiones en el Ministerio Público y el Poder Judicial en el nivel nacional, y eso le ha protegido hasta ahora. Pero diría que la causa principal es que la política nacional en el Perú se enfoca casi exclusivamente en Lima.

¿Qué hacer entonces para enfrentar ese régimen que usted llama autoritario?

Probablemente se requiere algún tipo de intervención nacional. Para lograr eso, se necesita más atención, sobre todo mediática. La iglesia católica podría jugar un papel muy importante acá, y también los medios nacionales. Un modelo podría ser el caso de Catamarca, Argentina en 1990-91. Allí gobernaba la familia Saadi en una autocracia parecida a la de Áncash. Fue violada y asesinada una chica por un miembro del Clan Saadi, y la justicia local, controlada por los Saadi, no hizo nada. En respuesta, la Iglesia y grupos cívicos locales empezaron a hacer marchas de silencio cada semana. Llamó la atención nacional (la iglesia fue clave), y crecieron las marchas hasta que el gobierno nacional (originalmente un aliado del gobierno de Catamarca) no podía ignorarlo más. Y hubo intervención. La intervención de una provincia es constitucional en Argentina, creo que no lo es en el Perú.

Por eso creo que las marchas de la hija de Nolasco podrían ser muy importantes. Y los limeños tienen que prestar atención. Está bien seguir la campana de SOS Venezuela, pero es urgente un SOS Ancash.

Precisamente por ese lado iba la última pregunta, ¿si la Iglesia no tuviera la intención de comprarse este pleito, podría la hija de Nolasco representar esa lucha?

Sí, creo que la hija de Nolasco tendría que ser el foco. Mucho para ella, pero es muy importante. Los que creen en la democracia y los derechos humanos deberían apoyarla. Y si la Iglesia no compra este pleito, para qué sirve.

(Entrevista publicada el domingo 23 de marzo de 2014 en el diario Correo de Chimbote)

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Escrito por

César Alberto Sánchez Lucero

Lima, 1985. Escritor y gestor cultural, egresado del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política (PUPC), director de Cola de Lagartija.


Publicado en

República Kafkiana

Espacio dedicado a los absurdos reales que superan la ficción